Participación
Un tema para la Recreación, la Recreación Educativa y la Animación Sociocultural
Un tema para la Recreación, la Recreación Educativa y la Animación Sociocultural
Textos producidos como parte de las
tareas del Departamento de investigación
istlyr- buenos aires
Participación: un tema para la Recreación,
la Recreación Educativa y la Animación Sociocultural.
Prof. María Fernanda BARNES. Agosto 2007
La anécdota.
Durante el 2005 y parte del 2006 una Comisión formada por estudiantes,
graduados y docentes del ISTLyR trabajó sobre distintos temas con la intención
de producir documentos[1] en vistas de un cambio de plan de
estudios. En el documento final de ese grupo de trabajo se rescataron algunos
elementos comunes a distintas líneas de recreación pero quedó pendiente el
seguir abordando cuestiones que atraviesan más de una postura teórica para
seguir reflexionando.
En los
últimos cuatro meses acompañé a estudiantes de Educación Física en su formación
desde la cátedra de Recreación[2]. Luego de este período, el encuadre
organizacional demandaba que los mismos cumplimentaran un examen escrito. Con
la idea de que pusieran en juego lo que habíamos estado discutiendo les propuse
un examen que iniciaba con un relato inacabado de una propuesta. En el final
del texto quedaba planteado un conflicto entre los miembros del grupo a partir
de la actividad que habían desarrollado.
La
tarea que los estudiantes tenían que realizar era hacer un diagnóstico,
seleccionar lo que a su criterio fuera la situación que reclamaba con mayor
urgencia e importancia su intervención, plantear cuál sería la misma si
hubieran tenido que coordinar al grupo a partir del momento en que se cortaba
el relato por una hora y media más, y analizar la intervención que planteaban
clasificándola en alguna de las líneas de recreación que habíamos desarrollado.
De los
41 trabajos, 4 consideraron su intervención como dentro del marco de la
Recreación (llamada por algunos Recreación Práctica), 2 en el ámbito de la
Animación Sociocultural y los restantes identificaron sus propuestas como
pertenecientes al ámbito de la Recreación Educativa.
Una vez
que inicié la corrección de los trabajos, al comparar el nivel de participación
que se les proponía a los recreandos en las actividades y cómo consideraban
clasificada “teóricamente” la propuesta los estudiantes que las habían ideado,
los números eran diferentes. Esto me hizo preguntarme acerca de cuáles podían
ser los motivos de la discordancia. Algunas preguntas empezaron a sonar:
¿Qué es
lo que cada uno de los futuros docentes entiende por “participar”?
¿Qué se
leyó al respecto en los textos?
Este
fue un aspecto sobre el que no se avanzó en las discusiones en la Comisión
Abierta. Reflexionar sobre el tema es el intento de este escrito.
Volviendo a los libros...
A veces no viene mal, por obvia que parezca, una consulta al diccionario. Sobre
participar dice: “…ser de los que hacen, disfrutan o padecen cierta cosa que se
expresa... Recibir una parte de algo que se
reparte...Colaboración...Cooperación...Comunicar. Informar. Notificar...”[3]
¿Qué se dice en el ámbito de la recreación al respecto...?
A los efectos de hacer un primer abordaje, se utilizan como corpus de este
escrito, tres trabajos realizados por diferentes autores.
CUTRERA[4] (1990:24) presenta en la primera parte de
su libro “Técnicas de recreación”[5] bajo el título de “Algunos conceptos
básicos” las siguientes afirmaciones:
“Podemos señalar una división notoria en las formas de actividad recreacional
explicadas anteriormente, a modo de clasificación: se trata de las
eminentemente receptivas y las fundamentalmente ejecutivas...intencionalmente
las hemos ubicado siguiendo un orden. Este orden lo determina –a nuestro
criterio- la valoración de posibilidades de participación directa de la persona
en ellas... Existen dos formas básicas recreacionales: pasivas y activas
(espectador-actor). En la primera, la actitud del hombre es sólo receptiva
(...) En las activas, el hombre se ve impulsado a erigirse en actor de sus
procesos recreacionales. Nunca debiera existir una parcialización absoluta
hacia una u otra forma. El hombre “inquieto” necesita de ambas formas...”
Por
otro lado, WAICHMAN (2000:139, 140,141) en el capítulo 11 de “Tiempo Libre y
Recreación. Un desafío pedagógico” afirma con respecto a la propuesta de
recreación que está describiendo:
“Tiene
como criterio fundamental de trabajo procurar desarrollar la participación
efectiva, consciente y comprometida a través de organizaciones autogestivas
(autocondicionamiento)...el mejor modo de cumplir los objetivos de esta tarea
consiste en que los participantes logren hacerse cargo de todos los aspectos de
organización y desarrollo de la misma y hasta fijar los objetivos: autogestión.
Es que el problema consiste en que primero hay que aprender a participar
... nosotros, los recreólogos, seremos facilitadores del aprehender el tiempo
libre (esto es, la recreación desde lo sistemático) para que, posteriormente,
el participante lo genere y lo desarrolle.”
ANDER
EGG (1997:24,26) en el capítulo 2 de “Metodología y práctica de la
animación socio-cultural” enumera
las características de la Animación Sociocultural y sostiene que;
“no hay
animación sin participación...con esta intencionalidad orientada a generar
procesos de participación y a promover la responsabilidad colectiva, la
animación se transforma en un instrumento de creación de poder popular...el
objetivo es el de suscitar la iniciativa y responsabilidad personal, grupal y
colectiva para lograr la participación de la gente…cabe advertir (...) que la
participación es un objetivo a alcanzar. Dicho en otras palabras: la
participación no está en el punto de partida como algo que se logra con sólo
decirlo; es un punto de llegada, lo que presupone un camino o proceso a
recorrer, pero que desde el momento avanza con formas y modalidades
participativas.”
Los tres autores fueron leídos en el contexto de la cátedra. Los tres hablan de
participación pero; ¿están hablando de lo mismo...?
En principio los actores de los que hablan son diferentes[6]. CUTRERA alude a “la persona”, “el
hombre”. WAICHMAN a “los participantes”, “el participante”. ANDER EGG de “la
gente”. La gradación que se advierte marca un nivel de complejidad
creciente de los actores que cada uno define. Para el primero será la persona,
para el segundo la persona y el grupo y el tercero incluye al planteo anterior
un colectivo más abarcativo.
En cuanto a la acción que refieren ligada con el término en cuestión; CUTRERA
contempla dos formas de participación: pasiva que ubica al sujeto como
espectador[7] y activa que lo propone como actor[8].WAICHMAN describe una que caracteriza
como
“efectiva, consciente y
comprometida”. Efectiva deriva de la palabra efecto que significa hacer[9]. En este punto parecería haber
coincidencia entre ambos autores. Consciente “se aplica a una persona que
obra…sabiendo lo que hace y el valor y significado de ello.”[10] Comprometida, tiene relación con
comprometerse que significa “obligarse. Prometer formalmente hacer cierta
cosa.”[11] ANDER EGG iguala la animación a la
participación. Dice que está última es razón de existencia de la primera.
Señala que la animación es un “instrumento de creación de poder popular”. Al
haberla ubicado como término intercambiable con el que nos ocupa, extiende esta
definición al concepto de participación.
Por último, la describe como un proceso.
Como vemos los tres autores utilizan la misma palabra pero ésta no apunta ni a
los mismos actores ni significa, representa, alude a lo mismo.
El término y su contexto.
Las situaciones histórico políticas del devenir de la Argentina vienen a
enriquecer la polisemia de la palabra “participación”.
Las
elecciones fraudulentas que se sucedieron durante “la década infame”, el
ingreso en la política de las clases medias urbanas con el partido radical, el
surgimiento del movimiento justicialista a mediados de 1940 y el crecimiento
del sindicalismo, los movimientos y cambios sociopolíticos entre 1960 y 1970.
Este flujo social, varias veces interrumpido por golpes militares, hace su
aporte al significante del vocablo. Lo carga de peso sociopolítico. Participar
remite, para algunos, indisociablemente a una participación social que supone
un cambio en la estructura de poder, un medio de reformular modelos de
subordinación (¿cercano a aquello de lo que hablaba ANDER EGG…?)
La última dictadura militar, la liberalización de la década de 1990 ha
reformulado la carga sociopolítica que el término tenía para algunos. Para
participar, para muchos, basta con “poner el cuerpo”.
En
recreación, como en cualquier espacio en el que haya una práctica social
mediada con roles preescriptos con diferente posibilidad de decisión (docentes,
coordinadores), la implicancia de la palabra está atravesada por la impronta
que quien coordina le da (conforme a su posicionamiento ideológico, a la idea
de sujeto a partir de la cuál propone su intervención), que le da la
organización en la que su trabajo está inserto y que priorice el grupo social
con el que está desarrollándose la práctica. En la conjunción, en el encuentro
de esos actores, el término se convierte en acto y el acto define el concepto.
Acto y concepto definen ideología. La ideología alimenta el constructo llamado
“realidad”.
Cuando
aparece un cierto grado de coherencia entre lo que se enuncia y lo que se
propone como acción desde el rol coordinador, la tarea adquiere para los
recreandos (y para compañeros de trabajo, superiores, familiares de los
recreandos, etc) previsibilidad. La misma, además de favorecer la salud mental,
permite a los recreandos plantear explícita o implícitamente estrategias de
abordaje de la propuesta, los coloca en el primer grado de participación
posible. Frente a lo esperable, la asistencia a la actividad, la sola presencia
física, los involucra en el hacer que acontecerá. Pero entre esto y el
protagonismo (que podría proponerse como el mayor grado de participación
posible) o la autogestión (que menciona WAICHMAN) hay mucha distancia.
El
diccionario define protagonista como “...El que desempeña el principal papel en
un hecho cualquiera.[12]” Claro que este término nos conduce a
otro con el que aparece asociado habitualmente en los textos de la disciplina,
la autonomía. En este caso, la definición reza: “Independencia. Libertad… Se
emplea también en referencia a personas, significando facultad para gobernar
las propias acciones, sin depender de otro…”[13]
Es interesante recordar lo que dice FREIRE
(2003:58) al respecto. Él dice que la autonomía es un derecho relativo a cada
ser humano; “un imperativo ético y no un favor que podemos o no concedernos
unos a otros”. No la describe como el final de un proceso. La autonomía grupal
puede serlo pero se basa en reconocer desde el inicio a cada uno de los
miembros del grupo como sujeto portador de ese derecho. Imposible ejercer ese
derecho sin información que permita decidir. Información y cierta coherencia
entre lo que se enuncia y lo que se hace son entonces elementos mínimos para la
construcción de un contrato que sostenga el encuentro entre personas.
Otro
término asociado a esta cadena de significantes es el de autogestión. Suele no
haber definición en los diccionarios para esta palabra compuesta. En un intento
de comprensión podríamos dividir el término en el prefijo “auto” y especular
que el mismo se refiere a algo propio. Gestión si tiene un sitio en los textos,
en donde se puntualiza “diligencia. Acción que se realiza para la consecución
de algo o la tramitación de un asunto.”[14] Parecería entonces que la autogestión
requiere no sólo un hacer corporal sino que involucra también una intención
previa al hacer. Y una instancia de evaluación posterior al acto para comprobar
si lo que se pretendía se logró. Esto introduce otro aspecto que complejiza la
participación que refiere a la reflexión, al pensamiento crítico. En esta línea
podría leerse parte del fragmento del texto de WAICHMAN cuando dice;
“…el
mejor modo de cumplir los objetivos de esta tarea consiste en que los
participantes logren hacerse cargo de todos los aspectos de organización y
desarrollo de la misma y hasta fijar los objetivos: autogestión…”
ANDER
EGG suma la responsabilidad como elemento de este planteo al decir:
“...con
esta intencionalidad orientada a generar procesos de participación y a promover
la responsabilidad colectiva…”
Responsable se define como “encargado de cierta cosa de la que responde”[15] Que esta acción sea colectiva implica el
desafío de aunar criterios y de distinguir lo importante, lo crucial de la
situación sobre la que operar.
La consigna: eslabón entre lo que se enuncia y lo que se propone.
¿Cómo se plasma esto en la acción?
La estructura de una propuesta (si se trata de una serie de actividades en
torno a un tema, si nos referimos a un taller, si hay una idea fuerza que
aglutina las intervenciones y las producciones entre otras posibilidades)
facilita, al delimitar el encuadre, un posicionamiento tanto de quien coordina
como de quien va a ser coordinado.
Las construcciones de estos sitios que los autores hacen también son diversas.
CUTRERA
(1990:12, 13, 14 ) dice:
“…muy
pocos seres humanos están capacitados para utilizar debidamente ese , su propio
tiempo [esta hablando del tiempo libre]…está necesitando cada día más la
orientación que le permita ordenar sus posibilidades hacia las pautas que
constituyen su verdadera esencia de vida…frente a un mundo con una tendencia
claramente definida al ocio, debemos encauzar nuestras aptitudes de docentes o
conductores para capacitar a niños, jóvenes y adultos para el sano uso del ocio
en toda su vida…la persona dotada de una gran capacidad cultural intelectual,
sabe más; al saber más, conoce más cosas; al conocer más cosas, lógicamente,
puede también estar capacitado para una mejor captación sensitiva, emocional y
profunda de mayor cantidad de cosas…nuestra función nos enfrenta con
innumerables oportunidades para poner en manos de nuestros educandos,
entrenados o discípulos, cualquiera sea su nivel cultural, formas
recreacionales de jerarquía…”
CUTRERA
describe en este fragmento las características del coordinador y del recreando.
Al primero le atribuye como una de sus tareas la de orientar elecciones que
conduzcan a sus coordinados hacia “su verdadera esencia de vida”, la
capacitación de éstos en “el sano uso del ocio”. Por otro lado lo describe como
una persona con “una gran capacidad cultural intelectual”.
Del
segundo pone en duda su capacidad para utilizar debidamente su tiempo libre. En
otra parte del fragmento explica que los contenidos a transmitir son “formas
recreacionales de jerarquía”. En la página 24 de su libro habla de “la calidad
de lo presentado”.
En
“Tiempo Libre y Recreación” WAICHMAN (2000: 138,140) sostiene:
“No nos
planteamos si “nos recreamos”. No porque se coincida o no sino porque el marco
de la definición se hace desde el sistema y no desde el individuo… es válido
afirmar, desde lo individual que “me recreo” en tanto sea protagonista de mi
tiempo libre...el docente en este modelo debe ser, inexorablemente, libre en su
propio tiempo. Sólo a partir de su propia necesidad autocreada podrá intentar
que otro la genere…Ningún docente de ningún ámbito educativo alguno podrá hacer
que sus educandos logren ser lo que él no es…el recreólogo debe preparar para
el tiempo libre como opuesto al tiempo de obligaciones porque el sistema social
(educación, familia, etc.) no lo hizo…”
El texto construye a un coordinador que ha tenido que pasar por la experiencia
para poder alentar a otros a realizarla, que debe enfrentarse a lo que el
sistema ha hecho con las personas con las que trabajará.
El objetivo que plantea para quien va a realizar la experiencia como recreando
es que sea protagonista de su tiempo libre. Por otro lado aclara que pone el
acento en el sistema y no en quien va a “hacer uso” de él.
Tanto
CUTRERA[16] como WAICHMAN[17] manifiestan preocupación por que quien
se está recreando no se transforme en consumidor en el espacio de tiempo libre.
ANDER
EGG (1997: 30,31) plantea:
“…el
estilo de trabajo propio de la misma [se refiere a la Animación Sociocultural]
procura siempre la inserción en el proceso que vive la gente. El animador debe
llevar a cabo sus actividades, como parte e inserto en ese proceso. En este
esfuerzo o capacidad de adecuación, la sensibilidad y flexibilidad del animador
juega un papel fundamental…consideramos importante tener en cuenta dos
realidades que se dan en todo grupo o colectivo:
§ La práctica de la
misma gente: lo que hace (o lo que deja de hacer), sus círculos o centros de
interés, sus preocupaciones o inquietudes y, de manera especial, sus
experiencias de la vida real;
§ El nivel de
conciencia real que tiene la gente que participa en estas actividades…”
El
coordinador que construye el autor es un actor que está al servicio de un
proceso que lo excede, en el que él o
ella se incluyen en un momento determinado.
El rol de recreandos que propone ya los muestra en acción. Qué hacen o qué
harán con el coordinador y/o animador es algo a construir en conjunto.
En las dos primeras posiciones descriptas hay una vacancia en los recreandos y
una intervención a realizar por parte del coordinador para llegar a un sitio ya
descrito. En el caso de CUTRERA desde formas recreacionales de menor jerarquía
a formas recreacionales de mayor jerarquía. En este proceso al coordinador se
le atribuye “una gran capacidad cultural intelectual y se le adjudica la
función de orientador de elecciones. En el texto de WAICHMAN el recreando debe
ser alentado para transformarse en protagonista de su tiempo libre y el
coordinador es alguien que puede hacerlo porque ya atravesó esa experiencia.
En la propuesta de ANDER EGG, el sitio al que llegar es desconocido tanto para
el coordinador como para los recreandos. Pero está claro que se quiere ir de
una actitud de menor participación a otra de implicación creciente. El
coordinador asiste en un proceso que lo excede y no sabe a dónde va el proceso,
puede ayudar en cómo transitarlo.
Pero hay algo más en lo que quisiera detenerme. Un aspecto tan pequeño y tan
elemental que a veces su análisis pasa inadvertido. La consigna. No voy a
referirme en este trabajo a los estilos de participación del coordinador de un
grupo (aspecto que también tiñe la intervención de una carga particular) sino a
lo que la consigna lleva en sí como espacio para que quien la resuelve pueda
mostrarse. La pregunta será entonces, en qué medida el tipo de consigna permite
que participe quien está siendo coordinado.
Una clasificación burda pero útil en cuanto el nivel de previsibilidad de las
acciones que desatan las consignas podría ser:
-consignas cerradas: son aquellas en las
que el docente o el coordinador puede prever casi con certeza cuál será la
producción que resultará luego de la enunciación. Por ejemplo:
“-Por favor, hagan una ronda.”
-consignas semicerradas o semiabiertas:
son aquellas en las que el docente o el coordinador tiene un menor grado de
certeza en relación a cuál será la producción que resultará luego de la
enunciación. Por ejemplo:
“-Por favor, en la hoja que acabo de
entregarles hagan un dibujo con lápiz.”
-consignas abiertas: son aquellas en las
que el docente o el coordinador casi no puede prever cuál será la producción
que resultará luego de la enunciación. Por ejemplo:
“- Busquen una manera de contarle al resto
de los compañeros qué palabra eligieron como descripción de la sensación que
les dejó este trabajo.”
La diferencia entre estas consignas funciona a doble vía. Por un lado en grado
creciente, desde las cerradas a las abiertas permiten que quien está
participando en la actividad muestre más de sí, a sus compañeros y al
coordinador. Por otro, en el mismo sentido, aumenta la incertidumbre en
relación con las producciones para el coordinador.
Esto vuelve a confrontar a quien coordina
con su posibilidad de llevar a la práctica lo que declama teóricamente. No hay
participación creciente del coordinado si no se le otorga un espacio de
visibilidad. En la visibilidad se advierten los acuerdos y las diferencias y
aparece el conflicto. Qué se hace con el conflicto. Qué se propone frente al
conflicto es un tema vasto en educación, en ciencias sociales y en la política,
que excede las pretensiones de este escrito, pero que no puede ignorarse. A
veces rehuyendo al conflicto se cercena o se acota la posibilidad de
participación. Lo que sería honesto revisar es la seguridad de quién se está
garantizando con esta retirada y si se puede construir un espacio social de
tolerancia si esto nunca se aborda.
Hacia el final.
Alguien
puede haber iniciado la lectura de este texto pensando que en él iba a
encontrar cómo actuar con un grupo en función de la participación. Me pareció
más interesante proponer una reflexión al respecto que señalar un camino quizás
advertida por FREIRE (2003:78) que sostiene: “Uno de los equívocos funestos de
los militantes políticos de práctica mesiánicamente autoritaria fue siempre
desconocer por completo la comprensión del mundo de los grupos populares. Al
verse como portadores de la verdad salvadora, su tarea no es proponerla sino
imponerla a los grupos populares.”
Empecé
este trabajo preguntándome qué entendían por participar los estudiantes con los
que compartía un espacio de enseñanza-aprendizaje. Pero también me interesaba
analizar porqué había contradicciones entre las intervenciones que
proponían y la lectura teórica (en cuanto a bajo qué línea de recreación
clasificaban sus intervenciones). ¿Sería por no haber encontrado cómo llevar a
la práctica aquello con lo que decían acordar…? ¿Porque tenían una forma de
trabajar pero no sentían que fuera “políticamente correcto” enunciar
teóricamente que estaban de acuerdo con determinado posicionamiento del sujeto
coordinador y del sujeto recreando? ¿Se habrían planteado el tema de la
coherencia…?
La
búsqueda de coherencia entre la definición de un posicionamiento teórico y la
acción me parece un tema complejo. Creo que es necesario, para la salud mental
propia y de quienes lo rodean a uno, (como ya sostuve en otra parte del
escrito), intentar disminuir la tensión entre ambos elementos todo lo que esté
al alcance de uno. En la práctica, las intervenciones desde las tres líneas de
recreación conviven, pero puestos a hablar de posicionamientos, no todos
admiten desde qué modelo intervienen más. Y digo “más” adrede. Considerando que
hay muchos factores que pueden atenderse para que alguien en diferentes
momentos apele estratégicamente a una forma de intervención y no a otra. Creo que
lo interesante es que la elección resulte algo meditado y que uno sea
consciente y se haga cargo del posicionamiento que asume en cada momento.
Si se
habla de formación de profesionales para intervenir con personas el piso mínimo
me parece la posibilidad de fundamentar las propuestas que desde el rol de
coordinador se les hacen a los grupos. Entender y aceptar que en esto hay
diversidad me parece que tiene que ver con tolerar las diferencias. Diferencias
ideológicas que existen en este campo de trabajo y en todos. Si el estudiante
no tiene la posibilidad de expresar desde dónde puede/quiere trabajar, porqué
y cómo. Si el docente no lo acompaña en la construcción de su rol
coordinador, entonces me parece que uno como docente no forma profesionales.
Adoctrina. Y si uno fue adoctrinado cuánto más difícil, me parece, le resultará
abrir un espacio de posibilidades a quienes son coordinados por uno; sea en una
propuesta de recreación o en cualquier intervención.
La
conciencia del coordinador de su posicionamiento ante la intervención, registro
del recreando de su nivel de participación, aleja a los sujetos involucrados en
la práctica de la posición de “consumidores de la recreación” y los traslada a
la posición de los individuos utilizando medios según necesidades.
Luego
viene otro planteo que tendrá que ver con cómo tensionan lo individual, lo
grupal y lo social a la hora de decidir los satisfactores de las necesidades.
Pero esa, es otra historia.
Bibliografía:
ANDER-EGG,Ezequiel (1997); “Metodología y práctica de la animación
socio-cultural” Editorial Humanitas. Capítulo 2: Características de la
animación socio-cultural y tipos y áreas de evaluación.
ANDER-EGG,Ezequiel (2002) “La Práctica de la Animación
Sociocultural y el léxico del Animador”, Fondo Editorial de la Pontificia
Universidad Católica del Perú, Lima, Perú.
CUTRERA, Juan Carlos (1990);”Técnicas de Recreación”. Editorial
Stadium. Primera Parte: Algunos conceptos básicos.
FREIRE, Paulo (2003); “Pedagogía de la autonomía: saberes
necesarios para la práctica educativa”, 1° edición, Siglo XXI Editores,
Argentina.
MOLINER, María (1992);
“Diccionario de uso del español”, Tomo H-Z, Editorial Gredos S.A., Madrid.
WAICHMAN, Pablo; (2000) “Tiempo Libre y
Recreación. Un desafío pedagógico”, Editorial Kinesis.
[1] Ver “Documento final sobre CAMPO DE LA
RECREACION” de la Comisión Abierta con Temario Cerrado, Buenos Aires,
Argentina, Agosto 2006 en http://www.istlyrecreacion.edu.ar/istlyr.htm
[4] Para aquellos que no conozcan el
currículum del autor es interesante leer al respecto en la página 2 de su
libro. Allí relata que su desempeño en el área abarca desde 1958 a 1977.
[5] Algunos autores denominan a las
propuestas que se inscriben en la línea de las presentadas por CUTRERA como
“recreacionismo”. Es necesario señalar que este autor no denomina de esa forma
al conjunto de sus propuestas. Generalmente las mencionan bajo el nombre
de “actividades para el ocio” (pág. 24), “actividad recreativa” (pág. 25)
[6] Es conveniente señalar que los fragmentos
elegidos si bien simplifican el análisis, son representativos de las
posiciones desarrolladas en los citados textos.
[7] En este punto es necesario señalar que
autores como VERON, GONZALEZ REQUENA, MERLEAU PONTY entre otros plantean el rol
coproductor del sujeto espectador, de manera tal que disienten con la
“participación pasiva” de la que habla el autor.
[8] MOLINER, María (1992); pág. 46, “Se
aplica al que hace la cosa de la que se trata” La condición mínima para esta
calificación es la de hacer sin que se describa con precisión cuáles son las
características del mismo.
[16] “…en los propios
hogares donde los elementos de entretenimiento pasivo y masificante (en
especial la televisión), ocupan el papel preponderante en la estructura recreacional
de las familias…” (pág. 12)
[17] “Se distancia de la noción de
entretenimiento o diversión en tanto estos términos suponen un consumo del
tiempo… Intenta desarrollar aprendizajes para el uso positivo y creativo del
tiempo libre, no sólo para su consumo…” (pág. 138, 139)
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